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La insuficiencia renal crónica (IRC) es consecuencia de la pérdida irreversible de las capacidades metabólicas, endocrinas y excretoras del riñón (básicamente, deja de funcionar).


La insuficiencia renal crónica (IRC) es consecuencia de la pérdida irreversible de las capacidades metabólicas, endocrinas y excretoras del riñón (básicamente, deja de funcionar). Esto sucede entre al 2 y 5% de los perros. Esta enfermedad está considerada como una causa importante de la mortalidad en animales de edad avanzada. El síndrome urémico se manifiesta cuando la masa renal residual es inferior al 25% de la normal y los mecanismos compensadores ya no pueden mantener la homeostasis del organismo.

Está causada por la sustitución de las nefronas funcionales por tejido cicatricial no funcional e infiltrados inflamatorios. Puede ser hereditaria o a causa de enfermedades adquiridas que dañan el riñón.

La mayoría de las nefronas de un riñón enfermo pueden clasificarse en “no funcionales” (a causa de la destrucción de cualquier parte de sus estructuras) o “intactas” (porque funcionan bien). La teoría de la hiperfiltración consiste en que cuando aparecen las nefronas no funcionales las intactas aumentan de tamaño e incrementan su carga de trabajo para compensar.

La hipertrofia y la hiperfiltración constituyen un mecanismo adaptativo para compensar la reducción de nefronas. Aún así, por el aumento crónico de la presión capilar glomerular y del caudal plasmático glomerular se daña el endotelio, el mesangio y el epitelio.
Las lesiones que se producen a nivel estructural daña las nefronas induciendo su esclerosis.

Aunque no tenga cura es una enfermedad que recibe cuidados paliativos permitiendo una calidad de vida alta durante meses o años.


Debe perderse al menos entre el 60 y 70% de la función renal normal antes de que aumente la azotemia. Durante este tiempo el paciente no presenta ningún síntoma clínico, aunque puede haber una diminución de la capacidad de concentración de la orina y verse al paciente más sensible a los efectos del estrés.

Si alcanza hasta el 90%, siendo una azotemia moderada o grave, pueden verse síntomas como anemia, disminución de la capacidad de concentración de la orina y alteración para mantener el equilibrio electrolítico y acido básico.

Es una enfermedad progresiva y dinámica, para asegurarnos de que el tratamiento da resultados hay que mantener la asiduidad en el veterinario realizando sus correspondiente analíticas. Es común en esta enfermedad la necesidad de transfusiones de sangre en los casos de anemia grave al igual que la administración de fluidos de mantenimiento si hay riesgo de deshidratación.



No decaigas porque la alimentación puede ser clave para frenar todo lo posible el deterioro renal.

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